Una vez tenemos descargado el material o recogido en las instalaciones del cliente, daremos paso a la transformación del material. Para ello, es necesario saber gestionar correctamente los materiales que se van a emplear para evitar residuos o usar más energía de la necesaria.
Este nuevo material vuelve a pasar por un segundo reconocimiento visual con objetivo de comprobar si el escombro viene limpio o mezclado con otro tipo de residuos: cartón, plástico, metal, etc. En este último caso, se requiere personal específico para la separación de los distintos materiales, lo que provocaría un aumento en el coste inicial para el cliente.
Ya separada y limpia, la carga es llevada a la zona del molino, donde se tritura todo el escombro y hormigón, principalmente, llevando los otros residuos restantes que pudiera haber (madera, hierro, basura orgánica, etc) a su lugar pertinente, donde se encargaría otra empresa de recogerla y llevársela de nuestra planta de reciclaje.
Gracias a las mejoras en la gestión de estos residuos, cada vez son más las aplicaciones que tienen los productos derivados del reciclado de RCD y la posibilidad de que el sector de la construcción consuma materiales derivados de residuos de otros sectores.